De la pluma de Mario Conde, y a mucha honra

¿Qué fregados es esto?

'Pokémonear': verb. 1) acción y efecto de hacer algo relacionado con o relativo a Pokémon; 2) acción y efecto de cumplir una adicción a "Pokémon" como si de un psicotrópico se tratase; 3) perder el tiempo en actividades relacionadas a Pokémon.
Artículos de interés para el entrenador Pokémon novato y veterano. Chistes, reseñas, historia pokémon, datos curiosos, lo que se me ocurra.
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Don't speak spanish? No problemo!

domingo, 10 de enero de 2016

¿Son todos los juegos de Pokémon iguales?

Después de un largo, larguísimo receso (¿cuánto ha pasado?, ¿dos, tres años?) en que no publicaba por aquí, me sorprendía mí mismo con un cuestionamiento el pasado 6 de enero, cuando cumplí 15 años de haber recibido como uno de mis últimos regalos de día de reyes, un cartucho de Pokémon Blue.
Desde ese día, y cada vez que ha estado en mis posibilidades, he conseguido cada juego principal, para cada consola. Primero, emocionado por la aparición de los adaptadores para N64 en primera y segunda generación, después rebasado por la tercera y la cuarta, adaptado a tiempo para la quinta y enamorado de la sexta. Y todo aquel que haya llevado un ritmo de vida idéntico o parecido habrá escuchado, de boca de algún amigo cercano, que de qué sirve seguir jugando Pokémon si todos los juegos son lo mismo.

La fórmula millonaria ganadora
Acabemos pronto. ¿Son todos los juegos de pokémon iguales en esencia? Pues sí. Pero esto no es un punto en contra. Del mismo modo podríamos asegurar que todos los juegos de fútbol (¡de toda la historia de los videojuegos!) son iguales. Todo videojuego de carreras es igual. Los juegos de plataformas han llegado a un punto de cinismo en que la mayoría incluye princesas como objeto de rescate. ¡No empecemos a hablar de los shooters!
¿Por eso deberíamos cambiar nuestros hábitos de juego? ¡No, maldita sea! ¡Es estúpido! Como estúpido es el argumento de “Nintendo sólo busca otro modo de sacarte dinero.” ¡Pues claro! ¡Es una puta empresa, no un hospicio ni una oficina de beneficencia! Nintento necesita dinero (como todos) y la manera más noble que tiene de obtenerlo es ofreciendo un producto que guste a sus compradores. ¿Debe realizar nuevos juegos? Quizá, pero el ser humano le tiene miedo al cambio, y toda incursión en algo distinto siempre resultará un albur, un riesgo que muchas veces las corporaciones no pueden permitirse. ¿Cuántos de aquí jugaron el “Pokémon Conquest”?
Gracias por confirmar mi punto.
Si algo logró que Game Freak se posicionara como un gigante corporativo y que Pokémon se volviera una de las sagas más jugadas de todos los tiempos es, justamente, sus sistema de juego: eres un entrenador que viaja recolectando mascotas letales para hacerlas pelear con otras mascotas; en el camino hay unos tipos malos que sucumben ante el poder de tus monstruillos. Al final terminas millonario y todo el mundo conoce tu nombre. Güey, ¿qué tiene de malo todo eso?

No es lo mismo que lo mesmo: la sutil evolución.
Por supuesto que en 20 años, seis generaciones de consolas y 24 versiones, algo debió ser distinto, ¿no? Los juegos principales son lo mismo en tanto que la trama es similar, pero de ahí a asegurar que son iguales, hay que tener cuidado con decir estupideces. Hagamos un rapidísimo repaso por los movimientos que nuestro videojuego ha tenido (para más detalles, busca los posts de Historia Pokémon en este mismo blog).
La primera generación dejó muy en claro las reglas conocidas por todos: atrapar monstruos, puedes llevar 6 contigo, el que esté en el tope de la lista aparecerá primero, ganarán puntos de experiencia para aumentar su poder y habilidades, cada uno conocerá un máximo de cuatro ataques, formato RPG, bla bla bla.
Para la segunda generación se le agregó color. La primera ya podía verse a color gracias al Super Game Boy (y a la opción Game Boy de los Pokémon Stadium) pero los sprites eran monocromáticos: weepinbell, por ejemplo, era todo del mismo verde. Para la segunda generación ya era amarillo con hojitas verdes y un rabito café; además de que los sprites se definieron mejor. Hubo más pokémon pero la historia era básicamente lo mismo.
Pokémon Crystal preparó algo que no se retomó hasta Pokémon Emerald: movimiento en los sprites. Fuera de eso, la tercera generación se pulió con las gráficas además de agregarle personalidad a los pokémon y habilidades que existían todo el tiempo. Sin mencionar todo ese montón de cosas que son tramas adicionales al juego (frente de batalla y concursos de belleza).
La cuarta generación, además de cambiar radicalmente los sprites de personajes y pokémon, agregó lo que el Pokénav de la tercera generación ya quería hacer: el Poké Watch, un dispositivo ajeno al Pokédex que fungiera como un apoyo al entrenador.
Pero aquí las historias ya empiezan a tomar cursos distintos: ¿han notado como los equipos criminales se han vuelto más psicóticos? En primera y segunda generación era solo una mafia que haría lo imposible para robar y entrenar pokémon. En tercera generación por poco y las organizaciones malvadas destruyen el mundo. Fue un accidente. Ahora, el equipo Galactic quiere controlar el tiempo y el espacio… y no les importa alterar la realidad.
Para quinta generación vemos lo que curiosamente no había ocurrido tan profundamente en los juegos: una trama centrada en diversos personajes y una historia que podemos seguir de cerca, sin que sea nuestra historia. La quinta generación es prácticamente “todo lo que le ocurrió a N mientras tú entrenabas pokémon y su disparatado encuentro”.
La sexta generación (la cual, puedo asegurar, jugué mucho después que la mayoría) me sorprendió gratamente. Pensé que odiaría el nuevo display de RPG donde nuestro personaje ya no es un niño rechoncho que ocupa un casillero de la pantalla. Pero no, la figura más humanizada fue lo que menos me importó: ¡ya se podía caminar en diagonal! Esperé catorce años para eso.
La tendencia actual en videojuegos es darle poder a la trama. Así ha ocurrido con los juegos de peleas (en el modo historia, agregando cinemáticas) y algo que la saga de Zelda aprendió rápido, Final Fantasy ya había hecho y Metroid pulió desde el Wii. Ahora, en Pokémon X y Y vemos una trama muy sólida que debemos completar, explorar. Por primera vez no se trata meramente de entrenar pokémon, sino lo que pasa alrededor de tu entrenamiento. No vengan a decirme que todo es lo mismo.

El diablo está en los detalles
Por supuesto, entiendo esos errores de los que todo mundo se agarra para decir que es el mismo juego. Es cierto, de primera a tercera generación, los cambios son enormes, pero… ¿hay mucha diferencia entre Pokémon Oro y Plata? ¿Y entre Pokémon Diamante y Perla? No, la única distinción de cada versión con su hermana son… unos 20 pokémon en promedio. Monstruos que necesitas la otra versión para atraparlos.
¿Y eso qué?
En defensa de Nintendo, puedo decir que ellos han hecho todo lo posible porque tú entres al espíritu de compartir con otro ser humano. Conectarte con un conocido o desconocido y encontrar el pokémon que te falta: Cable link, el Wireless adapter, el Transfer Pack y más recientemente, la conexión a internet. Por lo que Nintendo recalca que no es necesario que compres todas las versiones para disfrutar el juego al cien.
Como prueba basta ver a todos los jugadores de los foros, que con un solo juego de pokémon son muy felices.
De ahí a que yo (y muchos otros) seamos unos clavados que queremos gastarnos el sueldo en tener una copia de cada juego, hay un gran trecho de distancia. Nadie me puso una pistola en la cabeza para ello.
Y por supuesto, existen los pokémon variantes… pero eso es tema de otro artículo.

¿Tú qué opinas? ¿Son todos los juegos de Pokémon iguales? ¿Cambiarías la fórmula para generaciones venideras? Deja tu comentario abajo.

-Conde

lunes, 18 de noviembre de 2013

Proyecto P - Capítulo X


La conferencia

No hubo mayor parafernalia. No hubo aparatos insertados en instrumentos como con Plata ni efectos lumínicos como en el teatro de Cristal. Oro fue hasta el televisor enorme y apagó el Super Nintendo que hasta ese momento se había mantenido en la oscuridad por el brillo del inmenso televisor. Iluminado por la estática de la pantalla en espera, Oro extendió una mano abierta hacia Lego.
—Tu cartucho.
Lego le tendió el juego con más incomodidad que confusión. “Es una pelea y ya” fue el pensamiento que le tranquilizó. Oro insertó el cartucho del recién llegado. Dos versiones doradas descansaban en los Transfer Pak insertados en los mandos de Nintendo 64.
­—Lamento no poder ofrecerte una batalla en forma —dijo el muchacho del rompevientos dorado cuando se sentaba después de encender la consola—. Mi juego se borró hace poco y no tengo el equipo a tope.
—Puedo regresar otro día —dijo Lego, no como sugerencia, sino como anhelo.
—No. Estás aquí y debemos pelear. Es la regla. La culpa es mía por no terminar mi entrenamiento…
Las últimas palabras las pronunció con lentitud y dolor, como si un dolor de cabeza le hubiera presionado al final de sus palabras. Lego lo miró preocupado, pero el muchacho no quitaba la vista de la pantalla. Después el retador se volvió hacia Chima que se encogió de hombros y se sentó dos pasos más allá de Lego, que prefirió seguir de pie y no perder de vista la trampilla que se elevaba a unos cinco metros sobre el piso del sótano en el que estaban.
Los pokémon de Oro apenas superaban el nivel sesenta. Lego sabía que al ser una competencia de la Liga del Centro, habría dinero de por medio. Oro debía tener apenas un par de años menos que él, pero aún así le asaltó la idea de estar estafando a un niño.
—Si quieres yo uso tres… —empezó a decir Lego.
—Seis contra seis, esa es la regla —espetó Oro con seriedad—. Y las reglas deben seguirse.
Un nuevo dolor se hizo patente cuando el niño parpadeó varias veces.
En el momento en que la voz del narrador virtual anunciaba el duelo en el Pokémon Stadium 2, Lego tuvo dos certezas: primero, que ése sería el duelo más fácil (y por lo tanto, más aburrido) que habría tenido en mucho tiempo; segundo, que después de pelear contra ese muchacho, todo cuanto había visto (el Gengar, la Liga, los aparatos) sería poco comparado con lo que venía.
Tauros nivel cien contra XA-, el Xatu de Oro, nivel sesenta y uno. El principio del fin.

En el piso veintidós del edificio Carrot Tower en el distrito Setagaya, en Tokio, existe una amplia oficina dividida en confortables cubículos donde se tratan asuntos de suma importancia para un gran sector de la población y completamente inútiles para otro. Poco más de setenta personas laboran ahí, frente a sus computadoras o restiradores, contestando teléfonos y correos electrónicos, desarrollando programación y diseñando imágenes ultra secretas con un estricto filtro de seguridad. Como podría esperarse, los cuarteles generales de Game Freak reciben a diario una cantidad inmensa de información de todo el mundo, desde publicaciones en blogs desconocidos hasta cartas de fanáticos escritas para el mismo Satoshi Tajiri, en donde jugadores de todas las edades y nacionalidades escriben halagos y reprimendas por igual.
También es en esa oficina donde se mantienen al tanto de la actividad de la conexión a internet entre consolas. Un selecto grupo de programadores fungen como policía de “La Nube” y alertan a la población virtual de cualquier mal uso del juego, desde ladrones informáticos hasta traficantes de pokémon hackeados. Programando una serie de algoritmos, pueden identificar consolas trucadas, juegos viciados, información clonada y sin más, optar por la solución más pacífica para todos: borrar la información maliciosa.
Esa mañana, el señor Shigeki Morimoto, uno de los principales cabecillas de Game Freak, había recibido un correo con una noticia que quería interpretar como buena. Él y su equipo de programadores llevaban cosa de tres meses buscando a un hacker que se había infiltrado de maneras extrañas en lugares que habían huido del interés general. Las únicas pistas que tenían eran que el sistema operativo del hacker era idéntico al de una consola de Nintendo y que no había recopilado información ultra secreta (no era otro de esos típicos fanáticos que quería filtrar información de los próximos juegos), más bien parecía interesarle la programación misma del juego, cosa que no era para menos. Morimoto hablaba siempre con orgullo del modo en que todos los que estaban en el consejo directivo de Game Freak conocían al dedillo la programación de los algoritmos para el combate, los tipos, las animaciones, todo lo que envolvía la esencia del juego. Mas que celarlo, a Morimoto le intrigaba qué es lo que el misterioso Hacker podía estar buscando.
El correo que su secretaria le entregó llegó alrededor de las diez de la mañana desde una computadora portátil con IP no rastreable y ya traducido, no resultaba en un mal japonés, pero tampoco fluido. A grandes rasgos, el mensaje codificado indicaba que el Hacker se pondría en contacto con Morimoto alrededor de la una de la tarde y (en esto hacía énfasis el misterioso mensajero) mientras más miembros de Game Freak hubiera en esa conferencia, resultaría más conveniente para todos.
A media tarde, un buen grupo de los programadores más allegados a Morimoto, además de su amigo y también cabecilla del consejo, Motofumi Fujiwara, se acomodaban en la sala de conferencias para lo que Morimoto les había anunciado como una “negociación”. Conocía perfectamente las intenciones de que el hacker se pusiera en contacto con ellos, debía ser una especie de espía industrial que se ponía en contacto con ellos para pedir alguna recompensa a cambio de información. El plan de Morimoto era sencillo, usando lo mejor de su equipo (humano y electrónico) mantendría al hacker en línea el tiempo suficiente para rastrearlo y contraatacar. Si se enganchaba a la computadora del espía, podía desprogramarla, desconfigurarla, robarle la información, bloquearla o cualquier cosa que se le ocurriera. Podía inyectarle un eterno protector de pantalla de Justin Bieber bailando que sólo podría ser destruido junto con la tarjeta madre de la computadora.
A las 13:01, hora de Tokio, se hicieron las conexiones pertinentes, se recibió una misteriosa petición de videollamada desde un servidor particular que los filtros de antivirus detectaban como “potencialmente peligroso”. Pero Morimoto no temía a los virus, él mismo conocía la programación de muchos. Sabía que el hacker no atacaría por ese lado.
Para su sorpresa y la del resto de los hombres ahí reunidos, la imagen no estaba distorsionada ni mucho menos: claramente vieron una silla plegable negra frente a una pared gris y a través de las bocinas podían oír una trompeta acompasada que uno de los hombres identificó como la de Louis Armstrong tocando I get ideas.
A los pocos segundos, un muchacho entraba a cuadro. Sin la habitual cara cubierta o distorsionada por la cámara, sin nada que escondiera su identidad. Algunos de los hombres de Morimoto sonrieron confiados mientras uno de ellos había arrancado, de manera discreta, el programa para rastrear al remitente.
—Buenas tardes, caballeros —dijo el hombre y con un retraso de unos segundos,  los subtítulos aparecieron bajo su imagen—. Les agradezco que me permitan esta reunión para probar dos de mis invenciones más ambiciosas. La primera, la están viendo. Un traductor en tiempo real que nos permitirá flanquear la evidente barrera que hay entre nuestros lenguajes. Me hubiera gustado mostrar estos proyectos frente a frente pero, me temo que estamos en lugares muy remotos, los unos de los otros.
Morimoto asintió.
—A nombre del Consejo Directivo —dijo Morimoto con su conocido tono afable— le pido una disculpa por la ausencia de los demás miembros. En representación de los señores Tajiri, Masuda y Sugimori, estamos el señor Fujiwara y yo. Por favor, díganos sus demandas.
—Antes que nada, no se confunda, señor Morimoto —dijo Azul, siguiendo el juego de amabilidades diplomáticas—. No soy un terrorista informático y no estoy aquí para pedir “rescate” por la información contenida en sus archivos. Al contrario, mi petición puede parecerle más extravagante aún. Risible, si así quiere.
—Lo escuchamos, señor.
—Azul. Sólo Azul.
El muchacho se acaricio la perilla. Morimoto pudo ver que la mano le temblaba, pero no se veía nervioso. ¿Ansioso, presa de la excitación, quizá? Miró al hombre que tenía por tarea rastrear al hacker y vio que este negó por lo bajo. Estaba muy bien escondido.
—¿En qué podemos servirle, señor Azul?
—Quiero control, señor Morimoto. Control sobre la conexión global de pokémon y acceso a toda la información que se registre de cada entrenador que haya usado dicha conexión.
Lo soltó sin más, quizá un poco de prisa, por la emoción. Espero el tiempo pertinente para que el traductor mostrara sus demandas en la lengua nipona y obtuvo por respuesta varias sonrisas irónicas y miradas de intriga. ¿Cuál iba a ser la amenaza?
—Hay muchos puntos flojos en su demanda, señor Azul —dijo Morimoto, de nuevo con condescendencia—. En primer lugar, no tenemos intención de contratar nuevo equipo para manejar la Conexión Global, y si así fuera, el dominio es compartido, no puede ser de uno solo. En segundo, la información de los entrenadores (además de ser muy poca y, a mi parecer, inútil) no puede ser entregada a nadie. Eso es traficar información personal y eso es un delito internacional.
—Es usted quien ahora se ha equivocado en dos puntos, señor Morimoto: primero, no quiero un empleo, quiero (como ya dije) el control de la Conexión Global. Segundo, por supuesto que hay información importante: el nombre de los entrenadores y sus pokémon —los hombres en la sala rieron—. Ustedes conocen los pokémon en cada consola que haya entrado a la Conexión Global y, de manera adecuada, podrían controlarlos. Podrían determinar los pokémon que no pueden usarse. Aquellos que resultaran, por así decirlo, demasiado peligrosos.
—Usted puede negarse a pelear con otros jugadores si usan pokémon que no sean de su agrado, señor Azul —dijo mientras reía con sorna y miraba a Fujiwara—. Los jugadores lo hacen todo el tiempo.
—Esto va más allá de las reglas de un montón de niños llorones, señor Morimoto —Azul empezó con una risa y terminó con un dejo de amenaza—. Se trata del dominio sobre el poder del otro. Cuando empezamos la conferencia, le dije que quería mostrarle dos inventos. Me sentí un poco ofendido por la falta de respuesta ante el primero, supongo que ustedes podrían hacerlo en la mitad de tiempo que yo. Pero lo que verán a continuación, caballeros, no tiene parangón.
Azul se levantó y vieron su mano acercarse a la pantalla. Luego la visión se movió, giraba la cámara a un plano más amplio, una bodega inmensa y oscura de piso gris donde sonaba un tango como preludio a algo amenazante.
Aún cerca de la pantalla, Azul sacó de su bolsillo un objeto esférico poco más grande que su puño y que todos los programadores reconocieron como algo similar a una pokébola.
—Caballeros, les presento la “Pokésfera”. El invento de mi vida.
Azul se levantó el saco y presionó algo en su cinturón. Lo único que pudieron ver era algo similar a las dos pantallas de una consola DS pero la visión se opacó de inmediato frente al brillo de la Pokésfera, azul claro, radiante, acuoso.
Con una sonrisa sardónica y la voz más grave que tenía, Azul dejó caer la Pokésfera.
—Blastoise, yo te elijo.
En cuanto tocó el suelo, la Pokésfera emitió un brillo azul y tembló, Azul giró la cabeza como si el brillo le doliera o le molestara, pero no dejaba de sonreír. El brillo creció y comenzó a tomar forma.
En la sala de conferencias de Game Freak, varios hombres se levantaron, Fujiwara se llevó la mano a la boca. Morimoto tragó saliva y el sudor perló su frente. Habían visto toda clase de recreaciones tridimensionales y aquella que estaban viendo no era como ninguna. Lo que el monitor les mostraba era real.
El brillo había crecido hasta ganar un poco más de altura que Azul, primero cobró una forma ovalada, luego aparecieron unos apéndices. Poco a poco se formaron las piernas y los brazos romos, cortos y fuertes, una cabeza achatada y redonda y dos figuras más a lado de ella, como brazos imncompletos.
El brillo se disipó lentamente y reveló una piel arrugada, muy lisa y lustrosa, azul, con un relieve que asemejaba a las escamas. Las patas traseras, sobre las que se apoyaba la criatura, tenían garras anchas y completamente blancas, como huesos salidos. El estómago era una coraza amarillenta, opaca, llena de manchitas marrones y negras. El cuerpo se balanceó ligeramente hacia adelante y flexionó los dedos de las patas delanteras, con garras igual de inmensas. Lo más desconcertante fue la cabeza: era una tortuga, no había duda, la mandíbula inferior era amarilla, todo lo demás era del azul más oscuro en todo el cuerpo; la cabeza estaba coronada por unas protuberancias como orejas y unos ojillos negros y muy profundos parpadeaban con orgullo y fuerza. La lengua rosada repasó la piel de la cara de Blastoise.
—Una imagen vale más que mil palabras, ¿no, señor Morimoto? —dijo Azul mientras acariciaba a su Blastoise—. Volveré a comunicarme en exactamente veinticuatro horas. Piense en lo que le he pedido y lo que soy capaz de hacer con mis nuevos inventos. Y por favor, la próxima vez sin juegos bajo la mesa. Sabía que tratarían de rastrearme. Me obligarán a usar un equipo diferente la próxima vez. Hasta mañana, caballeros.
El rastreo de Azul no había llegado a su fin, ni siquiera parecía cercano a una respuesta, pero no pudieron obtenerla. Morimoto tuvo que ponerse en contacto con Satoshi Tajiri y el resto del consejo y explicarles la increíble situación. Al enfrentarse al escepticismo de sus compañeros, no tuvo que hacer más que mostrarles el video en que Azul llamaba a Blastoise y, con una risa cruel y llena de regocijo, ordenaba “Hidro Bomba”.

A lado de la cabeza de la inmensa tortuga, el caparazón se levantó como si tuviera dos escotillones y unos apéndices óseos en forma de tubo asomaron en dirección a la cámara. Un grueso chorro de agua puso fin a la vida de la computadora con que Azul había firmado el inicio de su torcido plan.

miércoles, 19 de junio de 2013

La Maldición de los Nostalfags: ¿eres o no un Nostalfag?


Lo que se venía preparando hace tiempo se cumple, de hecho era de esperarse. Empezó como un rumor y chisme pero se había confirmado una nueva dupla de juegos pokémon. Dos entregas más para la saga… un momento, eso no suena tan bien.
De inmediato surgen los problemas: ¿ahora debo atrapar más pokémon? Deja tú el atraparlos, ¡memorizar el nombre, tipo, ataques, debilidades! ¿Qué va a pasar con mis juegos anteriores, serán compatibles? ¿Cómo que necesito la última consola portátil?, ¿entonces de nada me va a servir la que tengo?
Empiezan a salir a la luz las renovaciones del juego… y a muchos no les agradan. “Esos ya no parecen pokémon, sino digimones”. “Ah, qué horror con los nuevos.” “Pokémon ya no es lo que era…”
Si estás pensando que hablaba de hace unos días cuando salió lo último de lo último de Pokémon X e Y, pues ni madres; estas fueron las reacciones cuando los entrenadores de primera y segunda generación vimos, en comerciales de televisión y la revista Club Nintendo, los reportajes sobre Pokémon Ruby y Pokémon Zafiro. Muchos renegamos y hablamos mal de la generación tres, cuatro y cinco, lo que hizo que muchos de mentalidad abierta nos llamaran “Nostalfags”. (Bueno, a otros, a mí ya no, amo mi pokémon black 2).

Una traducción literal de “Nostalfag” sería “cretino de la nostalgia”; algo así como un viejito diciendo “en mis tiempos todo era mejor”. Ahora me río. Muchos de ustedes se quejaban de nosotros y sólo vi cientos de muros de facebook de entrenadores que empezaron en tercera generación quejarse de la nueva forma de Mewtwo, del tipo Hada, ¡hasta de interactuar con los pokémon!
Lo siento, chavos, la edad los está alcanzando.
Y tú dirás “¡no, especie subnormal infradesarrollada, no soy un nostalfag!” Pues para averiguarlo con certeza, hemos creado este Cuestionario Pokémoneando: ¿eres o no un Nostalfag?

Adelante, amiguito, que no te dé culo y diviértete resolviéndolo para saber qué tipo de entrenador eres.

Instrucciones: Agarra un papel o abre una hoja de Word, si eres muy huevón, y ve anotando si tus respuestas son a, b o c.

¡Empecemos!

1.- ¿En qué consola juegas pokémon?
a) En mi game boy color. El mejor de todos.
b) En mi Nintendo 3DS, no tengo otro. c) Tengo varias consolas.


2.- ¿En qué generación está tu pokémon favorito?
a) ¡En la primera! ¿Hay otra?
b) (Cualquiera tipo dragón).
c) Me resulta difícil (sino imposible) elegir un solo pokémon favorito.

3.- ¿Tomas en cuenta la naturaleza de los pokémon?
a) ¡Nunca! Eso no debería existir.
b) ¡Siempre! La inventaron por algo.
c) No realmente.

4.- ¿Qué opinas de Smogon?
a) Niñitos llorones.
b) Maricas (que a veces tienen razón).
c) Me aburren.

5.- ¿Cómo eliges tus ataques?
a) ¡Earthquake para todos, hijos de perra!
b) Primero cambiaré los estatus y el clima… y cuando se den cuenta… ¡PAM!
c) El que se vea fregón.

6.- ¿Usas legendarios?
a) Sí, aunque nada más hay cinco.
b) No, son para maricas.
c) Si me gusta, sí.

7.- ¿Por qué viste el ánime?
a) Porque era lo que daban en el canal 5 a las siete y media.
b) ¡Todavía lo veo! ¿Ya salieron nuevos capítulos?
c) Porque me llegó a gustar. u_u
8.- ¿Coleccionaste el álbum de estampitas de pokémon?
a) Ahí lo tengo todavía, lleno y completo, espero venderlo como artículo de colección.
b) ¿Tú dices el de McDonald’s?
c) Cómo no, a un peso el sobre con cinco. (O no, porque no lo vendían afuera de mi escuela.)

9.- ¿Qué opinas de la nueva forma de Mewtwo?
a) Mewtwo tiene una sola forma, y es con brazos eno1rmes que llegan hasta el suelo.
b) ¡LoLz!
c) Pues bien pero… ¿qué hace?

10.- ¿Cuándo vas a comprar pokémon X y Y?
a) ¡Nunca! Mejor le compro pilas a mi game boy pockett. (Ya ni tiempo tengo de jugarlo.)
b) ¡En preventa de Game Planet para que me regalen un botón por $160 más!
c) En cuanto me alcance… ya empecé a ahorrar.

11.- ¿Qué es lo que más haces cuando conectas tu juego a internet?
a) El game boy no tiene wi-fi.
b) ¡Intercambio de pokémon!
c) Batallas.

12.- ¿Qué opinas de los emuladores?
a) Not even once.
b) Así tengo la mayoría de mis juegos, LoL.
c) Prefiero tener el juego físico. (Pero claro, llegué a usarlos).

13.- ¿Qué opinas del tipo Hada?
a) Ni siquiera deberían existir los tipos Metal ni Oscuridad.
b) ¡Mata-dragones! c) Pues habrá que esperar a verlo en acción, ¿no?


14.- ¿Qué es un Uber?
a) Suena a marca de mantequilla.
b) Un pokémon no-legendario cuya fuerza, poderes y habilidades exceden los permitidos.
c) Un mito.

15.- Are you a boy or a girl?
a) No entiendo.
b) Soy hombre, pero elijo a la chica / Soy mujer, pero elijo al chico.
c) Pues… lo que dice en mi acta de nacimiento.

16.- ¿Qué opinas de que se puedan montar pokémon?
a) Eh, ya se puede… se llama Surf.
b) ¡Quiero un Gogoat!
c) Tan bueno como hacer que te siga tu pokémon.

17.- ¿Qué es lo que más te gusta, hasta ahora, de X y Y?
a) Que no los tendré.
b) ¡Toquetear pokémon! ¡Vestir al personaje! ¡Caminar en diagonal!
c) Es Pokémon.

18.- ¿Qué es lo que no te gusta, hasta ahora, de X y Y?
a) Que exista.
b) El tipo hada / La forma de Mewtwo / Las batallas aéreas / Las hordas / La nueva región.
c) Que no lo tengo.

19.- ¿Tienes algún pokémon shiny?
a) El Pokémon Stadium me mostraba shinys antes de que fueran cool.
b) ¡Estoy tratando de llenar la pokédex con shinys! ¿Alguien quiere intercambiar? c) Pues… el otro día me salió un graveler… pero explotó.


20.- ¿Qué opinas del tema musical de pokémon X y Y?
a) Si no es de ocho bits, no es música.
b) La verdad, les quedó mejor la de Black/White 2.
c) Me hace imaginar el juego. Y quererlo.

21.- ¿Missingno?
a) Shh… no digas su nombre… él todo lo ve, todo lo puede.
b) ¿No era un creepypasta?
c) Ah, qué recuerdos.

22.- ¿Cuál es tu región favorita?
a) Kanto.
b) Hoenn.
c) No tengo una preferida.

23.- ¿Chespin, Froakie o Fenekin?
a) Charizard.
b) ¡Fenekin! / ¡Chespin!
c) Froakie en Y, Fenekin en X.

24.- Si fueras administrador de Pokémoneando, ¿qué publicarías?
a) Me cagan todos. b) Ahorcado. Petición de imágenes. Juegos.
c) Chistes míos.


25.- ¿Qué opinas de Pokémon Mistery Dungeon?
a) Pues… tengo el juego de mesa de pokémon. El de Hasbro.
b) ¡Kawai!
c) Siempre amé los juegos de rol.

26.- ¿Coleccionas algo más de Pokémon?
a) ¿Ya te hablé de mis álbumes de estampitas?
b) ¡Peluches!
c) Eh… más juegos.

27.- ¿En qué piensas si te muestro un Gardevoir hembra?
a) Sólo los Nidoran se dividen en machos y hembras.
b) ¡Hentai!
c) En un pokémon psíquico del género femenino.

28.- ¿Charizard debería ser un dragón?
a) Eh, no. Si fuera un dragón, Lance lo usaría.
b) ¡Sí! Aunque ahora con el tipo hada, no lo sé.
c) No, si fuera un dragón, no lo hubiera podido usar de inicial.

29.- ¿Cuál es tu remake favorito?
a) Bueno… RojoFuego/VerdeHoja.
b) Será el de Ruby/Zafiro.
c) HearthGold/SoulSilver.

30.- ¿Has jugado el pokémon TCG?
a) Sí. Pero sólo un rato, las primeras expansiones. Y el juego de GBC.
b) ¡En la página de internet!
c) Me parece un gran complemento para todo entrenador pokémon.


Ahora cuenta tus respuestas y busca tu personalidad.

Mayoría de A
Eres un Nostalfag hecho y derecho. Para ti, pokémon murió con la primera generación, quizá toleras un poco la segunda, pero es todo. La verdad, nos sorprende que estés leyendo esto, ya que por tu renuencia a la evolución de la tecnología y las nuevas tendencias, cualquiera diría que ni siquiera querrías entrar a internet o facebook. Aplaudimos tu cariño a la primera generación, pero los tiempos avanzan; los sabios se adaptan, los necios se quejan. Ve a casa a jugar con tu Atari.

Mayoría de B
Eres un Noobfag (el término es nuestro). Tu gusto por pokémon parece más una moda momentánea. Te dejas llevar por los chistes de la borregada y en lugar de generar ideas propias eres más una mezcla rebajada entre “Pokémex”, “Pokéfans de verdad” y “Smogon”. No nos extrañaría que en cualquier momento echaras tus juegos al agua (ya que papi y mami te comprarán otros) o que termines vendiéndolos cuando haya otro nuevo juego de moda. Vete a casa a jugar en tu emulador, a tomarte fotos con cara de pato, a decir ‘ola k ase’ y ver el Puchamon de “Vete a la versh”.

Mayoría de C
Eres un Pokémonero real. Te adaptas a los cambios y amas pokémon por ser pokémon. No aceptas todo lo que tiene, ni idolatras lo que salga de la cabeza de Iwata, pero sientes por los juegos un cariño que se ha forjado a través del tiempo, de cientos de horas de juego, de miles de pokébolas que no han atrapado nada, de decenas de medallas, de las cinco generaciones. Si no has jugado todo es sólo porque no has podido. ¡Los que amamos el duelo, te saludamos!

Mayoría de A y C (empate)
Eres un veterano del juego, sin embargo, tu actitud te alejará de las mejoras que se presentan y de las maravillas que el tiempo traerá consigo. Hazte a la idea, el juego llegará, cuando menos, a una octava generación, y si no cambias tu camino, empezarás a amargarte. Desempolva tus viejos juegos, ahorra algo de dinero y compra unos nuevos, te prometemos que la experiencia será muy satisfactoria. Hazlo, antes de que te vuelvas un viejito amargado; no eres un niño, pero ya no eres ése niño que empezó a jugar.

Mayoría de C y B (empate)
Una de dos: o eres un desmadre que finge querer al juego para verte “cool”, o quieres tanto al juego que contestaste la mayoría de las preguntas con un chiste. (De ser la segunda, por favor, vuelve a responder el cuestionario, ahora sí en serio). Haz jugado pokémon desde hace un tiempo y te parece que el juego cada vez se vuelve mejor. Pero no pienses que el pasado no tiene nada que ofrecer, deberías voltear hacia atrás y probar uno de aquellos juegos de 1996. Entenderás a los nostálgicos y apreciarás a un nuevo nivel el juego.

Mayoría de A y B (empate)
No jodas, es imposible tener una mayoría de A y B al mismo tiempo. O estás jugando o eres algún tipo de subnormal, así que si quieres un resultado directo, ¡haz el puto cuestionario, capullo!

Este fue el cuestionario de la mano experta de Pokémoneando, ¿qué tipo de entrenador eres tú? (Cuestionario avalado por la Federación Internacional de padecimientos y psicologías pokémoneras. Si no estás de acuerdo con los resultados, puedes quejarte a la página de Facebook: Pokémoneando. Aunque, ultimadamadremente nosotros hacemos ahí lo que queramos, así que es probable que si dices que no te gusta el artículo, te mandemos a tomar por culo.)
¡Saludos a todos!

-Conde

jueves, 14 de marzo de 2013

NOTICIAS POKÉMONERAS - Entrevista a la campeona del 1er. Torneo "A darse en la Pokémadre"

Lo prometido es deuda, uno de los ganadores de nuestro pasado torneo tendría voz en este blog y se traduce en una entrevista para darse a conocer entre la comunidad de jugadores pokémon.

Es la nueva administradora de Pokémoneando. Fue la primera en terminar uno de los retos pokémoneros y fue la campeona del 1er torneo "A darse en la Pokémadre".

Sawaa D. Kitsune habla para sus fanses pokémoneros. A ver si tien algo que decir que sea de su interés.

Decoro la entrevista con algunas imágenes de la batalla final (video editado por la misma Sawaa, una de sus aportaciones a la página). Si ustedes siguen haciendo presión y ayudan a la página a crecer, organizaremos el segundo torneo. Nuestro objetivo para arrancar ese torneo: llegar a los 1000 likes en Facebook.

Sin más preámbulo, acá la entrevista con la entrenadora:


<< Conde:
Sawaa, ¿cómo estás?

Sawaa:
Bien, ¿y usted?

C:
También, gracias. ¿Cuál es el nombre detrás de Sawaa? ¿O prefieres que sólo te conozcan así?

S:
Es una historia algo corta, es que mi nombre mortal es Silvia y una vez navegando por facebook salio una aplicación salvaje que según te decía cómo se escribía tu nombre en japonés y pues según era Sawaa y lo puse de nombre, tiempo después me enteré que no es así pero ya todos me llamaban así, así que pues ya se me quedó. XD

C:
Jajaja, ¿y es tu nombre en todos los juegos?

S:
Pues sí, ya me acostumbré. XD Hasta mi novio me dice Sawaa.

C:
¿También juega pokémon?

S:
Sip y casi siempre me gana .__.

C:
Jajaja, osea que si hubiera entrado al torneo, ¿es probable que él fuera el nuevo administrador de Pokémoneando?

S:
Sí XD Piensa como 5 minutos antes de decidirse por qué ataque usar.

C:
Jajajaja. Por cierto, ¿hace cuánto que juegas pokémon?

S:
Juego desde hace mas o menos 12 años pero ya bien con ivs,evs y eso tengo apenas 2 años.

C:
¿Osea que has jugado desde primera generación?



S:
Sip, desde amarillo.
Es chistoso por que en mi familia comprábamos las 2 o 3 versiones que salían, 
entre mi primo, mi hermana y yo y cada uno agarraba a un starter diferente.

C:
¿Y ellos siguieron jugando?

S:
Casi no, pero los estoy convenciendo de volver >:3

C;
Te apoyo. ¿Cuántas versiones tienes?

S;
Siete y estoy ahorrando para la octava.

C:
¿Cómo conociste Pokémoneando?

S:
Un amigo mio que se llama Jahir es muy fan de la pagina y él fue el que me la mostró, y me gustaron sus entradas. Está interesante lo del Proyecto P, tiene mucho suspenso, me gustaron también los retos que hasta terminé uno n_n

C:
El de los 30 días, ¿no?

S;
Sip.

C:
La única que lo ha hecho, me parece.

S:
¡Whoo! XD

C:
¿Qué es lo que más te gusta del juego?

S:
Entrenar a los pokémons y verlos cómo evolucionan. *u* Siempre me ha fascinado, y la quinta generación me gustó; esa innovación en tener una historia más desarrollada, a ver qué nos pone la sexta gen.

C;
Sí, ¿qué esperas de ella?

S:
Más pokémon eléctricos, XD que son bien poquitos. Y
 seria genial que te dejaran personalizar al protagonista. ¡Oh, oh! ¡y que tu poke ande detrás de ti como en HG y SS *u* Amé eso.

C:
Jajaja, todos queremos eso. 
¿Qué tal tus rivales en el torneo "A darse en la pokémadre"?

S:
Muy buenos jugadores, creo que gané por la suerte que me cargo, p
or que cualquiera era buen candidato a ganar.

C:
¿Seguiste alguna estrategia en particular?

S:
Nope, yo juego a la old school, haciendo la estrategia al momento.

C:
Estoy de acuerdo con ese modo de juego. ¿Cuál fue tu equipo?

S:
Rotom, scrafty, hydreigon, metagross, swampert y dragonite.

C:
¿Le darías algún consejo a los que no se han animado a participar en un torneo?

S:
Sí, que jueguen. No pasa nada si ganan o pierden, lo importante es divertirse y no ser llorones como los de Smogon XD

C:
Jajajaja. 
Para terminar, ¿cuáles son tus actividades fuera de Pokémon? Dices que trabajas.

S:
Trabajo de pasante de programadora y estudio Ing. sistemas computacionales y los fines de semana soy la enfermera Sawaa del Centro Pokémon de mi ciudad.

C:
No hay muchas mujeres ingenieras. ¿Ahí conociste a tu novio?

S:
Nope, lo conocí en un torneo de pokémon en una convención, pero él está en mi misma escuela.

C:
Jajaja, el mundo es pequeño.

S:
ya se antes jugaba yo sola pokemon y ahora estoy en un grupo local de alrededor de 30 o 35 personas que juegan pokemon en mi ciudad

C:
¿Tu ciudad es...?

S:
H. Matamoros, Tamaulipas

C:
Centro Pokémon de Matamoros.

S:
Ajá, apenas acabamos de abrir y no tenemos mucho, pero trataremos de hacer que crezca a ser un buen lugar para jugar pokémon n_n

C:
Muy bien. ¿Algún último mensaje para los fans pokémoneros? Que al final, también son tuyos, pues ya administras la página.

S:
Pues que sigan jugando pokémon y espero podamos hacerlos pasar un buen rato.

C:
Vale. Eso es todo. Muchas gracias.

S:
A ti,  que pases un buen dia.  >>

Los entrenadores destacados tienen cabida en este blog. Aplíquense, chavos, éntrenle a torneos, denle like a la página y váyanse preparando, que ya vienen los "Juegos del Hambre Pokémoneros".
Estén pendientes.
-Conde

lunes, 11 de marzo de 2013

MI equipo en - LeafGreen Version

KONDE
ID. No. 59048

"El Fuegos" me asusta, pero éste sujeto no puede más que desagradarme. Cleptómano, mudo, violento, excéntrico... hace un mal cliché de las cosas, por algo a él le dicen "Hierba".
No todos los bienes de la Liga del Centro podían provenir de medios lícitos, ni todos los espías usan traje y teléfonos inteligentes o autos último modelo. Unos podrían estar escondidos en la basura, en la mesa apartada de un bar sucio, debajo de una coladera.
Lo peor es que Azul lo tiene en mucha estima. Demasiada. Esos dos tienen algún plan en mente que aún no han ejecutado, pero no me gusta nada que él esté por aquí. Un rumor dice que Azul planea darle como legendario un Regirock, no me agrada del todo ese rumor. Otro dice que el Zapdos que tiene es un clon que el mismo Azul le dio de su propio Zapdos. Ese es un rumor mucho peor.


#053 - Persian ♀
PERSHAN




#012 - Butterfree ♀
BOTERFRI




#082 - Magneton
MAGNATON



#169 - Crobat ♂
KROBAT



#131 - Lapras ♀
LA PRAS



#003 - Venusaur ♀
VINASOR



 #145 - Zapdos
SAPDOS

lunes, 18 de febrero de 2013

Proyecto P - Capítulo IX



Capítulo IX
Oro

Entre los caprichos de la suerte y la experiencia ya engrasada de Legolas, la batalla con Cristal estaba resultando mucho mejor que la que tuvo contra Plata. Cuatro pokémon habían caído de cada equipo, y en ese momento el Mewtwo de Lego se batía contra Mouhnood, el Houndoom del mago.
La velocidad del clon legendario le permitió reducir la vitalidad del can del infierno con un ataque eléctrico, pero la ley de los tipos es inamovible; Mouhnood tomó ventaja rápidamente con Crunch y a pocos puntos de vida, el perro hizo caer a Mewtwo. Aún así, Lego se sentía seguro pues le quedaba un Umbreon perfectamente sano que perdió muy poco de vida antes de rematar al Houndoom con un sencillo Mud slap.
—¡Este juego está por terminar! —rió Cristal con gusto—. En la muerte súbita puede pasar cualquier cosa. ¡As de diamantes!
Una carta salió de su manga y se elevó hasta las varas del teatro en el momento en que alguien había presionado los controles para llamar al último pokémon del líder: Nuisuce, el Suicune de Cristal.
Chimalltlin y Don Pepe habían terminado su duelo (con una nueva victoria del retador) y ahora veían la batalla desde la primera fila, bolsa de palomitas en mano.
La alta defensa de Umbreon le hizo resistir aún el Hydro Pump de Nuisuce, el eon atacó con Shadow Ball; el perro legendario repitió su ataque que falló entre las carcajadas de Cristal y Umbreon volvió con Faint Attack. Lento pero seguro, la oscura evolución de Eevee  fue ganando terreno y, con una cantidad nada despreciable de vitalidad, terminó por derribar al último pokémon de Cristal.
Una especie de fanfarria resonó por segunda vez en el teatro (la primera fue en la victoria de Chimalltlin) y las luces volvieron a encenderse. Legolas bajó del segundo piso de las butacas y se acercó al escenario. De los telones de fondo salieron los asistentes (actores y actrices de la misma obra que Lego y Chima habían visto antes del duelo) y entregaron a los retadores sus cartuchos.
—No vienen muchos jugadores de segunda generación —le dijo Cristal—, y la verdad, estoy feliz de que el que viniera fuera tan bueno como para vencerme. Te ganaste esto.
Cristal sacó de uno de sus bolsillos algo muy similar a una tarjeta de crédito miniatura, del largo de un dedo y completamente transparente, un resplandor azulado y algunos brillos recorrían la superficie de la tarjeta. En un bajo-relieve apenas perceptible, estaba escrita la palabra “Cristal”.
—La medalla que comprobará tu victoria en este lugar. Sinceramente, espero que no la pierdas.
—No, no, voy a guardarla bien.
—Así no, güey —le dijo Chima—. Osea, que no la pierdas en una pelea. Si te gana otro líder, se la tienes que dar. Es la quinta vez que vengo por ésta.
Chimalltlin enseñó una tarjeta del mismo tamaño, pero no era traslúcida y su color era verde muy brillante. La medalla Esmeralda.
—¿Pues qué? ¿Unos tacos para celebrar? —propuso Don Pepe palmeando la espalda de Chimaltlin.
—Vayan ustedes. Yo tengo mucho que arreglar aquí —dijo Cristal—. Lego, espero no cedas en el reto. Debes ser el primero en meses que llega hasta aquí, sería una pena que por aburrimiento o desidia perdiéramos a un retador tan bueno. Espero no volverte a ver hasta el duelo contra el Campeón de segunda generación.
—¿Quién es el Campeón?
—Ya lo decidiremos —dijo el mago alejándose—. Buena suerte, retador.
—Vamos, que ya hace hambre —dijo Chima guardando la tarjeta en su cartera.

Pulmón se partía la cabeza frente al archivo de computadora, pero sin impacientarse. El monitor desplegaba un plano de circuitos electrónicos, resistencias y chips, series numéricas para comprar el componente necesario. De la máquina portátil salía un cable por el puerto USB hacia una tarjeta madre sin coraza protectora. Frente al muchacho, desarmadores de tamaños pequeños acompañados de sus tornillos, pinzas de corte, cautín y soldadura, tabletas de circuitos conectadas unas a otras. La computadora reposaba sobre una rejilla bajo la cual había puesto un par de bolsas con hielo, lo que permitía una rápida ventilación, de otro modo, la máquina se habría sobrecalentado hace ya tiempo.
Entre la maraña de circuitos y partes, lo único que era claramente diferente era una consola Nintendo DS clásica, en color azul bastante deslucido. Pulmón pasaba del internet a la ventana de programación similar al MS-Dos. Tecleaba con rapidez, golpeaba el botón Enter y esperaba. El único que lo había guiado en la empresa titánica que era crear ese nuevo aparato ahora estaba desaparecido. Pulmón estaba seguro de que Oro no había muerto, pero se imaginaba que había sufrido un destino más torcido y oscuro.
La pantalla dio respuesta, el muchacho tecleó con energía nuevamente y verificó las conexiones de los circuitos. Mientras el programa cargaba, volvió a internet y escribió un correo en clave, no podía arriesgarse a que rastrearan las direcciones de los contactos de Oro, y lo envió. Había en México un entrenador al que Oro le habría confiado la ayuda y era deber de Pulmón encontrarlo.
Algo se encendió en la pantalla del Nintendo-DS. Pulmón lo levantó, puso otra bolsa con hielo y una delgada telilla y dejó la consola sobre ellos. La energía que se estaba usando era impresionante, no entendía cómo los Líderes habían conseguido desarrollar esa tecnología. Se levantó hacia el estante detrás de él y tomó un cartucho viejo, uno que no había jugado en mucho tiempo. El tamaño era por mucho exagerado, muy distinto a las tarjetitas a las que estaba acostumbrado por la cuarta generación. La carcasa azul le hizo estremecerse, la estampa de Blastoise en la portada sonreía con malicia y le hizo recordar que si una mente había sido tan inteligente como para desarrollar un plan tan intrincado e imposible, podría estar adelantándose a él, y seguramente lo estaría buscando.

Olor a carne frita, vapores de grasa y salsas sobre camas de pápalo. Don Pepe, el líder Esmeralda, se había ofrecido a invitar a ambos retadores un desayuno sabroso aunque de higiene dudosa.
—¿Y qué, Lego, desde cuándo andas retando?
—Apenas ayer me llevaron al Gengar.
—¿Fue el Chima?
—No. Un amigo mío. El Rubio.
—¿Ruby? —don Pepe sonrió con sorpresa—. Ése no le habla a nadie, ¿dónde lo conociste?
—Trabajamos juntos en un periódico.
­—Ah, pu’s qué pinche Ruby tan raro. Han de ser muy cuates, ¿no?
—Pues…
Legolas no se había detenido a pensar en su trato con el Rubio. Habían hablado muchas veces, habían bromeado e intercambiaban información, tanto del trabajo como de Pokémon, pero no recordaba en sí que se trataran como “amigos”. Esto, en realidad, podría tenerlo sin cuidado si no fuera porque Don Pepe había tocado un punto clave en todo esto: ¿por qué el Rubio se había fijado en él?, ¿para qué lo había llevado al Gengar? Y como podía tratarse de un elogio a las cualidades de combate de Lego, también podía ser por malas intenciones. Después de todo, había visto el lugar clandestino en que se reunían y Rojo no parecía ser el más recto de los negociantes.
—Pa’ mí que quiere contigo —le dijo el Chima con el bocado entre los dientes.
—¿Y ‘ora, qué van a hacer? —les preguntó el líder Esmeralda.
—Pu’s no sé. Hoy no encuentro a ninguno de los otros de tercera. ‘Ora hasta el martes que encuentre a Zafiro en su taller. ¿Tú, Lego? ¿Te avientas otro?
—No sé. Déjame ver —Lego empezó a buscar el papel en su bolsillo.
—De segunda hoy encuentras a Oro —le dijo el líder—. Pu’s… no estará a más de una hora de aquí. Es por el sur, según yo.
—Sí, allá en Pericoapa —rectificó Lego en el papel.
—Si te avientas yo te acompaño —dijo el Chima antes de tomar de su refresco—. Vi algunas veces al Oro, estaría chido saludarlo. Es re buen pedo, me cae bien. ¿O no, Don?
Pero el Líder no contestó. Miró con seriedad a Chima, luego sonrió y desvió la mirada para pedir otra orden. Lego y Chima no supieron cómo tomar ese gesto.

A miles de kilómetro de distancia, Pulmón conectó el cartucho a una base creada por el que a su vez, se conectaba con el Nintendo DS. Tecleó varias veces en la computadora, desconectó el internet para acelerar el proceso. Sentía el tiempo encima.
Una vez que el cartucho estuvo dentro, encendió la consola y en la pantalla apareció el símbolo inigualable de Game Freak, pero de un modo antiguo, con música de ocho bits. El juego en su primera versión arrancó frente a los ojos del chico.
Miró en la computadora, el nombre, el avance, todo se estaba registrando. Ahora sólo debía jugar un poco y esperar la llegada al centro pokémon para probar que las batallas en línea fueran activadas, así como la compatibilidad con otras generaciones.

A media tarde, Lego y Chima bajaban del camión que los había dejado frente a Pericoapa y buscaban el local que les indicaba el mapa con la ubicación de los Líderes de segunda generación. Anduvieron entre corredores llenos de escaparates en blanco, mercancía original cuyo precio era más barato que en tiendas autorizadas, locales amplios de zapatos deportivos, ropa, peluches, regalos, mascotas, adornos, joyería. Videojuegos. Pensaron que Oro debía estar en alguno de ellos, pero cuando llegaron al número 117-B encontraron que era de tarjetas de colección.
—Perdón… eh… estamos buscando a… Oro.
Detrás del escaparate, un muchacho vestido de azul brillante revisaba carpetas llenas de cartas, se había construido una fortaleza hecha con barajas de toda clase de juegos, y detrás de él se alzaba un mostrador con un ejército de figuras de plomo y miniaturas de súper héroes.
—¿A Oro? —el muchacho se veía contrariado—. ¿Por qué?
—Viene de retador —dijo Chima—. Mira, enséñale tu versión.
—¡Ah! Vienen a retarlo, está bien —el muchacho se agachó en el mostrador y abrió una puertezuela bajo él—. Bienvenidos a nuestro humilde castillo, adelante. Ya saben, ninguna seguridad es mucha. Permítanme.
El local no era muy amplio y Lego se sentía más bien apretado en él. Veía que alrededor la gente pasaba y temía que lo vieran en ese lugar tan extraño, pero un local de tarjetas de combate en medio de tiendas de tenis y bolsas no podía llamar tanto la atención. La gente prefería ignorarlos. El dependiente se agachó del otro lado y abrió una trampilla en el suelo. Una luz tenue salía de ahí, blanquecina, como la de un televisor encendido.
—Ahí abajo. Suerte.
Chima y Lego se miraron mientras el dependiente les sostenía la puerta de la trampilla. Lego no se movió, así que Chima avanzó antes y, sentándose primero en el hueco, procedió a bajar por la escalera de mano. Lego, un poco embarazado, lo siguió. Cuando iban a medio camino de la escalera, vieron que la luz del exterior se extinguía. El muchacho había cerrado con cuidado la puerta de la trampilla. Legolas se cuestionó sobre su prudencia. Sin problemas, todo aquello pudo haber sido armado para secuestrarlo y él habría ido a meterse a ese lugar por voluntad propia. Pero eso sería solo lo más irreal que habría visto hasta el momento.
En el sótano no había nada. Estaba sumido en una perfecta oscuridad, sólo una pantalla inmensa frente a la cual, un muchacho de rompevientos dorado jugaba Donkey Kong Country sentado en el suelo. El sonido del videojuego era envolvente, pero no atronador. El muchacho no parecía haberse dado cuenta de la llegada de los visitantes.
—Oye… perdón —carraspeó Chima—. Vienen a retarte. ¿Oro? ¡Oro!
En la pantalla la imagen se congeló y por las bocinas pudo reconocerse el sonido de Pause. El muchacho se levanto, se acomodó el rompevientos y dio la vuelta.
—Mi nombre es Lego, y ven…
Legolas se interrumpió, fulminado por la mirada del chico. A Chimalltlin también le había impresionado. Su expresión era de ojos vacíos, inmóviles, la cara inerme. Y cuando centró la vista en ellos, incluso tuvieron un viso de crueldad, una frialdad que no era común en un muchacho de su edad. Chima no supo qué era, pero aquél muchacho, aún siendo el mismo Oro que había visto, ya no era igual. Éste estaba vacío.

De nuevo una mesa llena de herramientas, pero éstas más complejas, más grandes, cables más gruesos y unas manos más experimentadas trabajaban en un descubrimiento insano. Al fondo, el equipo de sonido reproducía Sing, sing, sing de Benny Goodman. Al ritmo animado de la música, el hombre de barba de perilla se había quitado el saco azul y la corbata, el sombrero reposaba a lado de un Nintendo DS que no se veía en el mercado y su camisa arremangada estaba cubierta por el sudor de la emoción.
El hombre tomó su celular, dejó presionada una tecla y esperó el tono de llamada. Cuando alguien contestó del otro lado de la línea, el mensaje fue claro.
—Perla, prepara una conferencia para hoy en la noche y llama a asamblea. Está lista.
Y colgó. Pero no podía esperar a la noche para probar su eficacia. Debía ser en ese momento. Tomó el Nintendo DS y lo conectó a la computadora. A siete metros de distancia de él, sobre una mesa, una esfera de unos doce centímetros de diámetro reposaba con un único cable grueso saliéndole del centro.
Azul activó la computadora, se oyeron ventiladores y chispas, la electricidad fluyó e imbuyó de energía a la Pokésfera de la mesa. Azul se retorció con un ligero dolor en la cabeza que, si bien no era insoportable, tampoco eludible. Cuando la secuencia acabó, Azul se acercó a la mesa frotándose una sien con los dedos, pero con la sonrisa más amplia que hubiera esbozado en su vida.
Tomó la pokésfera, la desconectó de la computadora y la contempló en su mano. Poco a poco, el brillo azulado se iba desvaneciendo, y el artefacto se enfriaba. Un escalofrío de excitación le recorrió el cuerpo antes de lanzar la pokésfera al suelo y decir con una voz llena de crueldad y satisfacción:
—Blastoise, ve.