Capítulo
VIII
El
Proyecto P
La música no
cedía en decibeles bajo las luces neón azul y rosa, y el bajo atronador
retumbaba en cada loza blancuzca, bajo los tacones de hombre, las botas, los
zapatos lustrados y los converse de bota que se encontraban torpes, se
empujaban, se reunían unos minutos y después del flirteo cambiaban de lugar
para continuar la fiesta. Un coro de voces vitoreó cuando la música pop se
impuso en el gusto del pincha discos y con los brazos en alto la muchedumbre
inició el oleaje de docenas de saltos, de sudores entremezclados, de noche de
viernes a morir, de juventud y decadencia.
Bastó una sola mirada para que Billy lo buscara entre los demás, que se
interrumpiera dos segundos y medio en su salto para ver si no alucinaba por los
Absolut con piña que lo habían
convencido de tomar. Pero fue de esas miradas correspondidas, definitivas, que
le dejan a uno en claro que hay luz verde para obrar. Dos segundos y medio y
volvía a saltar con la confianza de que el hombre del saco perlado aún lo veía
desde la barra. Dos minutos y doce segundos después, Billy salía de la
muchedumbre y llegaba hasta la barra con la excusa de pedir un Ginger ale con hielo. No se inmutó en
mirar al desconocido otra vez y este no escondió su interés. A modo de brindis
levantó el Martini hacia él y Billy le guiñó un ojo. El hombre del saco perlado
trató de acercarse mientras la muchedumbre volvía a prorrumpir en saltos y
gritos de gozo, la fiesta de un grupo de personas que se burlaban de lo que la
gente juzgaba afuera de esas paredes.
Oro dice:
¿Estás ahí? (Zumbido). ¿¿ESTÁS AHÍ??
Joze Mh dice: ¿Qué pasa? Perdón, estaba jugando.
Oro dice: Pasa que aquí la cosa se va a poner fea.
Joze Mh dice: Sí, ya me habías dicho.
Oro dice: No, se va a poner fea hoy mismo. Ahora.
Joze Mh dice: ¿Pero cuál es la prisa, hombre? Que te calmas y me cuentas
todo ahora.
Oro dice: Van a arrancar el Proyecto.
Joze Mh dice: ¿¿HOY??
Oro dice: No, mañana es la primera parte. Van a volar los emuladores.
Joze Mh dice: ¿Cómo que los van a volar?
Oro dice: Avisa a todos los que conozcas. Y en todos los grupos que
tengas.
Joze Mh dice: A ver, pero espera un momento. ¿Y qué que deshagan los emuladores?
¿Qué tiene eso que ver con el mentado proyecto? ¿No dijiste que era algo
peligroso?
Oro dice: ¿No me crees?
Joze Mh dice: Creerte de creerte… pues es difícil. No me estás explicando
nada.
Oro dice: Ok. Te voy a contar todo pero en cuanto lo leas tienes que
eliminarme y borrar nuestras pláticas. Que no te encuentren.
Joze Mh dice: Bueno, ¿pero vos estás loco o qué? ¿Quién me va a
encontrar? ¿No era nada más en tu país?
Oro dice: Sí, pero si funciona, lo van a reproducir a escala global.
Joze Mh dice: ¿Es un virus?
Oro dice: ¿Un virus en los juegos? ¿Cómo se te ocurre?
Joze Mh dice: No te enojes, pues si va a ser por internet…
Oro dice: No va a ser por internet.
Joze Mh dice: A ver, que no te estoy entendiendo nada. Dime de una buena
vez de qué va el dichoso Proyecto P.
—Bailas bien.
—Es porque me gusta. ¿Tú no bailas?
—El traje. Vengo del trabajo, y…
—Uy, se te vaya a arrugar.
—¿El traje?
Se ríen y beben de los cocteles. Se apartan un poco pero el ruido es
sofocante. La ley del club nocturno es que el baile es la comunión, aquellos
que quieran platicar deben alejarse a puntos más íntimos o acercarse, hablarse
al oído.
—¿Cómo te llamas?
—Me dicen Billy.
—¿Billy? Hola Billy. Billy Blue —y le toca la playera azul oscuro, a
veces morada por la luz de neón.
—¡Exacto! Es mi color favorito. ¿Tú cómo te llamas?
—Me dicen…
La gente vuelve a gritar, los dos se ríen. Dos mujeres ocupan el centro
de la pista, una más corpulenta que la otra, ambas de cabeza rapada y curvas
definidas, ambas con los brazos tatuados. Bailan como si hubieran ensayado y se
besan y la gente les hace coro con la música.
Pero Billy no les presta atención. En el empujón alcanza a ver a través
de los botones de la camisa del hombre un tatuaje. A mitad del camino entre la
coquetería y el interés le pregunta si puede verlo, el hombre suelta dos
botones y muestra en mitad del pecho un signo que Billy asocia rápidamente con
su pasatiempo. Son tres figuras abstractas, la más pequeña es un semicírculo,
le siguen las otras dos que se ciernen sobre ella, como creando un domo,
haciendo a la vez un semicírculo más grande, con líneas que forman espacios que
parecen…
—Parece una pokébola —dice Billy sin tapujos. No le importa que le digan
que sus gustos son infantiles, no le importa que lo miren raro. Bastante se ha
acostumbrado a ser él mismo para hacer caso del juicio feroz de los aburridos.
Pero la respuesta le es inesperada.
—Es una pokébola —dice el hombre del saco perlado y se sonríen. Segunda conexión.
Por un momento el ruido se amortigua. Esa noche la cacería se ha cerrado, no
más ligues ocasionales, pueden entregarse a una plática que se antoja
interesante.
Oro dice: ¿Te
acuerdas de lo que te conté del Proyecto Líderes? Pues ahora sí se les va a
salir de las manos. El Pro yecto P es
la iniciativa de crear pokémones.
Joze Mh dice: ¿Cómo? ¿Osea, nuevos juegos?
Oro dice: ¡No! ¡Pokémon de verdad! ¡En la vida real!
Joze Mh dice: ¿Pero cómo pretenden? No te entiendo.
Oro dice: Te lo voy a explicar lo más rápido que pueda.
Joze Mh dice: Dale.
Oro dice: Según Azul, los monjes tibetanos creen que la mente es capaz de
crear cosas, pero necesitan de un esfuerzo sobrehumano. Una colectividad de
mentes pensando en la misma cosa pueden darle forma, y de alguna manera podría
volverse real.
Joze Mh dice: Sí, lo he leído. Dicen que así se creo el mito de Slenderman. Pero no está comprobado.
Oro dice: No, a menos que se busque una fuente de energía mental, algo
que la haga crecer y un catalizador que ayude a crear lo real. La energía
mental es cada entrenador y el catalizador puede ser un programa de
computadora.
Joze Mh dice: O un videojuego.
Oro dice: Exacto.
Joze Mh dice: Digamos que te creo. ¿Y qué potenciará la energía?
Oro dice: La he visto esta tarde. La vi parpadear. Azul le dice la Pokésfera. Si el programa de computadora
es potenciado por la imaginación del usuario, la Pokésfera puede generar una imagen tridimensional bastante cercana
a la realidad.
Joze Mh dice: Bueno, pero eso no es crear un pokémon, sino un holograma.
Oro dice: ¡Déjame terminar, que no tengo tiempo!
Joze Mh dice: Ok, perdón. Sigue.
Oro dice: En un principio es solo imagen, pero Azul ha conseguido generar
consciencia en las computadoras. Inteligencia artificial que parece natural.
Introduce preguntas en el sistema operativo y obtiene respuestas que no son
generadas al azar y que son razonadas.
Joze Mh dice: Perdón que te interrumpa, pero eso sí tienes que explicarlo.
Oro dice: En pocas palabras, puede hablar con los pokémon de los juegos.
Los está enseñando a pensar de verdad.
Joze Mh dice: Pero la inteligencia artificial no demuestra nada.
Oro dice: “Pienso, luego existo”, dice Azul.
Joze Mh dice: Ya.
Oro dice: La idea de un holograma de pokémon con consciencia es el primer
paso para darle existencia. Si puede hacer que la mente materialice una imagen,
solo necesita una porción de materia orgánica para que el pokémon pueda
desarrollarse.
Joze Mh dice: ¿Convertir animales en pokémon?
Oro dice: No, más fácil. Tú donas un poco de tu sangre, o tu piel o lo
que sea y el pokémon se va creando.
Han hablado
por casi una hora, en un sillón con forro imitación de piel color blanco. Una
hora y lo más que han hecho ha sido acariciarse el cabello. De verdad quieren
hablar, conocerse. El hombre del saco perlado se ha enterado de que Billy no es
de la capital, llegó de San Luis Potosí con dos semanas de vacaciones para
visitar a sus primos, uno de ellos le ha mostrado los antros más pintorescos
del lugar, y está contento de haber llegado a ése. Billy se ha enterado de que
el hombre del saco perlado, cuyo nombre aún desconoce, es Ingeniero en
Computación, un hacker consumado y amante de los videojuegos.
Ambos encontraron curioso este pasatiempo en común, pero al hombre
realmente le apasiona. Llega incluso a mostrarle su consola a Billy y éste se
extraña del modelo tan raro que lleva, un aparato que parece más grande y
tosco, pero revestido totalmente de un material blanquecino y muy duro, que
destella en rosado cuando le da la luz. El mismo material de la pulsera que el
hombre lleva.
—Te voy a decir Perla —le dice Billy mirándolo a los ojos y Perla niega
con una sonrisa.
—Así me dicen ya —dice incrédulo. Con la cabeza embotada por el alcohol y
los oídos opacos de la música tan fuerte, se acercan por primera vez buscándose
los labios.
El celular de Perla interrumpe el camino.
Joze Mh dice:
No te ofendas, pero sabes que se oye demasiado raro para ser cierto.
Oro dice: ¿Lo que te he contado todos estos meses no basta?
Joze Mh dice: Sí y la verdad hay unos aparatos muy sorprendentes. Aunque,
ahora que lo dices, tiene sentido todo eso de los Nintendo DS universales, o de
la compatibilidad entre juegos de generaciones distintas.
Oro dice: Es para unificar todas las generaciones, Azul no quiere
desventajas. El juega primera generación y quiere medirse con cualquier
entrenador. Para eso va a volar todos los emuladores. Si alguien puede tener un
pokémon con archivo corrupto (hackeado) puede crear un pokémon demasiado fuerte.
Joze Mh dice: Y vencer a todos.
Oro dice: Eso no es lo peor. ¿Te has imaginado un Groudon real?
Joze Mh dice: Ahora sí. Uno hackeado sería horrible.
Oro dice: Según Azul, está evitando que eso ocurra. Pero yo no confío.
Puedes evitar un Groudon hackeado, ¿qué va a pasar cuando cientos de
entrenadores le den vida al suyo?
Joze Mh dice: Si lo que dices es cierto, empieza a sonar perturbador.
Oro dice: ¡Te juro que es cierto! Por favor, créeme. El primer paso es lo
de los emuladores. Ya lo verás mañana. Aún así, avisa a cuantos conozcas.
Joze Mh dice: Ok. Mira, en la Fundación donde trabajo va a ver un
encuentro latinoamericano, puedo ser delegado en México, llegaría en una semana
y te ayudo.
Oro dice: No sé qué pase en una semana. Yo tengo que empezar hoy.
Joze Mh dice: ¿Pero qué vas a hacer?
Oro dice: Azul creó unas bombas electromagnéticas. Es como frotar muchos
imanes en un juego. Voy a descomponer las computadoras para que pierdan la
información y retasar el Proyecto. Si vienes, podrás ayudarme.
Joze Mh dice: Bien, pero, ¿vas a estar bien?
Oro dice: No sé. Creo que no. Por eso quiero que borres la conversación.
Joze Mh dice: Pero, ¿qué te van a hacer?
Silencio. Último mensaje enviado hace cinco minutos.
Joze Mh dice: ¿Sigues ahí?
Oro dice: Mira, para que haya una relación entre la energía cerebral y la
información del cartucho, ambas cosas deben estar conectadas. Estoy conectado a
mi juego.
Joze Mh dice: ¿Conectado? De veras que pienso que vos estás loco.
Oro dice: Cuando entras al Proyecto Líderes te comprometes de por vida.
En primer lugar, te marcan con un tatuaje para hacer distinción; después… nos
conectan al juego. Algún tipo de chip inalámbrico. La cosa es que mi cerebro
depende del cartucho y viceversa. Si algo le pasa a uno, el otro se daña.
Joze Mh dice: Como en Matrix.
Si te desconectan…
Oro dice: Sí, creo que sí.
Silencio. Último mensaje enviado hace tres minutos.
Oro dice: No me crees, ¿verdad?
Joze Mh dice: Creo que llevas semanas creyéndome idiota.
Oro dice: Ok.
Silencio. Último mensaje enviado hace ocho minutos.
Joze Mh dice: ¿Sigues ahí?
Oro dice: No por mucho tiempo.
Joze Mh dice: Sólo no me gusta que piensen que me creo cualquier cosa. Me
gusta pokémon, pero no puedes jugar a que crea que alguien está haciendo que
sea real.
Oro dice: Mira, no me creas ahora. Espera a mañana. Si los emuladores se
desactivan, sabrás que el Proyecto P
ha iniciado. Y es peligroso.
Joze Mh dice: Ok.
Oro dice: Si no quieres hacer nada, no lo hagas, pero tienes información.
Comunícate con otros entrenadores de aquí de México y diles qué hacer.
Joze Mh dice: Espera, es que si esto es de verdad, vos vas a arriesgar la
vida, ¿no? Con eso de las bombas electromagnéticas.
Oro dice: Pues ya veremos qué pasa. Debo irme. No hay más tiempo.
Joze Mh dice: Bueno. Pues suerte, amigo.
Oro aparece como “No conectado”.
Perla se
levanta contrariado, ha recibido una serie de órdenes por el teléfono, está
nervioso, se quita los lentes de pasta, se los vuelve a poner. Se limpia el
sudor. Ha colgado y no sabe qué decirle a Billy.
—Te tienes que ir, ¿no? —Billy ha oído esa excusa antes y no puede
esconder su desencanto.
—Es una emergencia. Un tipo del trabajo se volvió loco y… nos rompió
algunas computadoras… hay que buscarlo y…
—Ve. No te preocupes.
La gente baila. Ambos se ven. Perla se acaricia el tatuaje del pecho.
—Ven conmigo.
—¿Puedo?
—Sí. Ya verás, es un asunto también de pokémon.
—¿Neta?
—¿Has oído del Proyecto Líderes?
—¿El qué?
Billy hace una escala y avisa a su primo que volverá más tarde. El
familiar, rodeado de amigos alcoholizados le guiñan un ojo.
Pero la noche resulta para Billy más emocionante y terrible de lo que
creía. Perla apenas y le llega a decir el por qué del tatuaje en su pecho. A la
camioneta de su pareja suben otras personas de aspectos variados, todos en
algún lugar llevan el mismo tatuaje, todos con su celular y su consola fuera.
Luego viene la persecución. Luego el tipo que encontraron golpeado. Billy ve a
Perla bajar de la camioneta y pararse a lado de un muchacho de traje azul,
sombrero y bastón. Y ve con horror cómo se desvanece un muchacho frente a ellos
y cómo lo meten a la camioneta, con los ojos abiertos y ausentes, como en un
coma de puro miedo.