Después de un largo, larguísimo receso (¿cuánto ha pasado?, ¿dos, tres
años?) en que no publicaba por aquí, me sorprendía mí mismo con un
cuestionamiento el pasado 6 de enero, cuando cumplí 15 años de haber recibido
como uno de mis últimos regalos de día de reyes, un cartucho de Pokémon Blue.
Desde ese día, y cada vez que ha estado en mis posibilidades, he
conseguido cada juego principal, para cada consola. Primero, emocionado por la
aparición de los adaptadores para N64 en primera y segunda generación, después
rebasado por la tercera y la cuarta, adaptado a tiempo para la quinta y
enamorado de la sexta. Y todo aquel que haya llevado un ritmo de vida idéntico
o parecido habrá escuchado, de boca de algún amigo cercano, que de qué sirve
seguir jugando Pokémon si todos los juegos son lo mismo.
La fórmula millonaria
ganadora
Acabemos pronto. ¿Son todos los juegos de pokémon iguales en esencia?
Pues sí. Pero esto no es un punto en contra. Del mismo modo podríamos asegurar
que todos los juegos de fútbol (¡de toda la historia de los videojuegos!) son
iguales. Todo videojuego de carreras es igual. Los juegos de plataformas han
llegado a un punto de cinismo en que la mayoría incluye princesas como objeto
de rescate. ¡No empecemos a hablar de los shooters!
¿Por eso deberíamos cambiar nuestros hábitos de juego? ¡No, maldita sea!
¡Es estúpido! Como estúpido es el argumento de “Nintendo sólo busca otro modo
de sacarte dinero.” ¡Pues claro! ¡Es una puta empresa, no un hospicio ni una
oficina de beneficencia! Nintento necesita dinero (como todos) y la manera más
noble que tiene de obtenerlo es ofreciendo un producto que guste a sus
compradores. ¿Debe realizar nuevos juegos? Quizá, pero el ser humano le tiene
miedo al cambio, y toda incursión en algo distinto siempre resultará un albur,
un riesgo que muchas veces las corporaciones no pueden permitirse. ¿Cuántos de
aquí jugaron el “Pokémon Conquest”?
Gracias por confirmar mi punto.
Si algo logró que Game Freak se posicionara como un gigante corporativo y
que Pokémon se volviera una de las sagas más jugadas de todos los tiempos es,
justamente, sus sistema de juego: eres un entrenador que viaja recolectando
mascotas letales para hacerlas pelear con otras mascotas; en el camino hay unos
tipos malos que sucumben ante el poder de tus monstruillos. Al final terminas
millonario y todo el mundo conoce tu nombre. Güey, ¿qué tiene de malo todo eso?
No es lo mismo que lo mesmo: la
sutil evolución.
Por supuesto que en 20 años, seis generaciones de consolas y 24
versiones, algo debió ser distinto, ¿no? Los juegos principales son lo mismo en
tanto que la trama es similar, pero de ahí a asegurar que son iguales, hay que
tener cuidado con decir estupideces. Hagamos un rapidísimo repaso por los
movimientos que nuestro videojuego ha tenido (para más detalles, busca los
posts de Historia Pokémon en este mismo blog).
La primera generación dejó muy en claro las reglas conocidas por todos:
atrapar monstruos, puedes llevar 6 contigo, el que esté en el tope de la lista
aparecerá primero, ganarán puntos de experiencia para aumentar su poder y
habilidades, cada uno conocerá un máximo de cuatro ataques, formato RPG, bla
bla bla.
Para la segunda generación se le agregó color. La primera ya podía verse
a color gracias al Super Game Boy (y a la opción Game Boy de los Pokémon
Stadium) pero los sprites eran monocromáticos: weepinbell, por ejemplo, era
todo del mismo verde. Para la segunda generación ya era amarillo con hojitas
verdes y un rabito café; además de que los sprites se definieron mejor. Hubo
más pokémon pero la historia era básicamente lo mismo.
Pokémon Crystal preparó algo que no se retomó hasta Pokémon Emerald:
movimiento en los sprites. Fuera de eso, la tercera generación se pulió con las
gráficas además de agregarle personalidad a los pokémon y habilidades que
existían todo el tiempo. Sin mencionar todo ese montón de cosas que son tramas
adicionales al juego (frente de batalla y concursos de belleza).
La cuarta generación, además de cambiar radicalmente los sprites de
personajes y pokémon, agregó lo que el Pokénav de la tercera generación ya
quería hacer: el Poké Watch, un dispositivo ajeno al Pokédex que fungiera como
un apoyo al entrenador.
Pero aquí las historias ya empiezan a tomar cursos distintos: ¿han notado
como los equipos criminales se han vuelto más psicóticos? En primera y segunda
generación era solo una mafia que haría lo imposible para robar y entrenar
pokémon. En tercera generación por poco y las organizaciones malvadas destruyen
el mundo. Fue un accidente. Ahora, el equipo Galactic quiere controlar el
tiempo y el espacio… y no les importa alterar la realidad.
Para quinta generación vemos lo que curiosamente no había ocurrido tan
profundamente en los juegos: una trama centrada en diversos personajes y una
historia que podemos seguir de cerca, sin que sea nuestra historia. La quinta
generación es prácticamente “todo lo que le ocurrió a N mientras tú entrenabas
pokémon y su disparatado encuentro”.
La sexta generación (la cual, puedo asegurar, jugué mucho después que la
mayoría) me sorprendió gratamente. Pensé que odiaría el nuevo display de RPG
donde nuestro personaje ya no es un niño rechoncho que ocupa un casillero de la
pantalla. Pero no, la figura más humanizada fue lo que menos me importó: ¡ya se
podía caminar en diagonal! Esperé catorce años para eso.
La tendencia actual en videojuegos es darle poder a la trama. Así ha ocurrido
con los juegos de peleas (en el modo historia, agregando cinemáticas) y algo
que la saga de Zelda aprendió rápido, Final Fantasy ya había hecho y Metroid pulió
desde el Wii. Ahora, en Pokémon X y Y vemos una trama muy sólida que debemos
completar, explorar. Por primera vez no se trata meramente de entrenar pokémon,
sino lo que pasa alrededor de tu entrenamiento. No vengan a decirme que todo es
lo mismo.
El diablo está en los detalles
Por supuesto, entiendo esos errores de los que todo mundo se agarra para
decir que es el mismo juego. Es cierto, de primera a tercera generación, los
cambios son enormes, pero… ¿hay mucha diferencia entre Pokémon Oro y Plata? ¿Y
entre Pokémon Diamante y Perla? No, la única distinción de cada versión con su
hermana son… unos 20 pokémon en promedio. Monstruos que necesitas la otra
versión para atraparlos.
¿Y eso qué?
En defensa de Nintendo, puedo decir que ellos han hecho todo lo posible
porque tú entres al espíritu de compartir con otro ser humano. Conectarte con
un conocido o desconocido y encontrar el pokémon que te falta: Cable link, el
Wireless adapter, el Transfer Pack y más recientemente, la conexión a internet.
Por lo que Nintendo recalca que no es necesario que compres todas las versiones
para disfrutar el juego al cien.
Como prueba basta ver a todos los jugadores de los foros, que con un solo
juego de pokémon son muy felices.
De ahí a que yo (y muchos otros) seamos unos clavados que queremos
gastarnos el sueldo en tener una copia de cada juego, hay un gran trecho de
distancia. Nadie me puso una pistola en la cabeza para ello.
Y por supuesto, existen los pokémon variantes… pero eso es tema de otro
artículo.
¿Tú qué opinas? ¿Son todos los juegos de Pokémon iguales? ¿Cambiarías la
fórmula para generaciones venideras? Deja tu comentario abajo.
-Conde