Los siete pecados pokémon
El entrenador es, de por sí, un
excéntrico. No hablo de esos penosos casos extremos de que está llena la
internet (¿todos han visto al japonés gordo vestido de pikachu?), o del
estereotipo del friki que, aceptémoslo, suele ser muy acertado. Me refiero a
los problemas que nadie nos impone sobre cuestiones que sacamos de la nada: los
entrenadores somos obsesivos.
Cometemos ciertos “pecados” que
nos desvían de ese sano camino de buena diversión y nos recluyen en la
frustración virtual de no cumplir nuestras propias expectativas. Raro, ¿no? Que
lo que iniciamos como juego nos torture; ya saben, queremos a la gente por sus
virtudes, la amamos por sus defectos; igual con los pokémon.
A continuación, en orden de menor
a mayor gravedad, los siete pecados capitales en los que un entrenador puede
caer para asegurarse la condenación al aburrimiento y, quizá, a renunciar al juego.
Lujuria
Se entiende por pecado de lujuria
toda obsesión o compulsión que se tenga sobre la temática sexual. ¿Han
reiniciado una partida sólo porque querían que su inicial fuera hembra? Hasta
la tercera generación, no había problema con la tendencia de los snorlax a ser
machos (buenos padres con movimientos siempre agradables), pero el
descubrimiento de munchlax rompe el esquema. ¡Que el padre sea otro!, ¿por qué
no aparece una obesa?
¿Cuánto tiempo no hemos perdido
dando vueltas buscando el género específico? ¿Cuántas consolas no se están
apagando ahora porque quieren un heatran macho?
Los más gazmoños fingirán tomar
el camino de la asexualidad para evitar este pecado y entonces encontraremos
esos aburridos equipos de seis legendarios.
¡Mejor toma lo que te aparezca!
Pereza
Más molesto que el turno inactivo
de slaking es un entrenador que no quiere subir por mano propia los niveles de
su equipo.
En varios foros de jugadores veo
una tras otra peticiones ridículas donde piden determinado monstruo con todas
las estadísticas altas y a nivel cien. Qué poké huevos. ¿Para qué quieren jugar
entonces? (Cuando en uno de estos foros me quejé amargamente de esta situación,
un jugador con toda la pinta de rookie
sólo respondió “qué mejor que un pokémon poderoso, ¿no?”. Claro que sí, amigo,
si llegó hasta ahí gracias a ti.
Por favor, si el juego es de por
sí ya inactividad física, que les dé flojera jugar en sí es ya el colmo, ¿no?
Gula
Recién apareció en la página de
nintendo una animación fan art donde
un pikachu se queja con su entrenador (parodia genial) de que lo ha rellenado
de puffins.
No estoy en contra de este punto
(bajen las antorchas), sino en general de retacar a cualquier pokémon,
principalmente de rare candy (juego
en inglés y la traducción me es molesta, lo apunto para el resto del blog).
Así es, los anabólicos existen en
nuestro pequeño y utópico mundo. Por suerte el antidoping nunca fue necesario. Desde la primera generación aclaran
que un pokémon que suba diez niveles con rare
candy será mucho más débil que si los hubiera subido combatiendo. Creo que
en esto todos estamos de acuerdo e incluso varios piensan “es obvio, ya lo
sabía”.
Pero no está de más aclararlo.
Hay cada novato...
Ira
Siempre he pensado que los
programadores de estos juegos están entre los mejores trols de la historia. Recuerdo que jugando por primera vez la
versión oro llegué sudoroso y temblando contra el campeón, Lance. Después de
acabar en dos patadas con su gyarados apareció su primer dragonite… ¿nivel 47?
Y todos los que jugamos gritábamos “¡hombre, por favor, a esos bichos les
faltan ocho niveles para evolucionar!” Y no hablemos de las licencias que se
tomaron los programadores de los Pokémon
Stadium.
Les aseguro que mentirían si
dijeran que nunca han pensado “¡es imposible que sus pokémon den tantos golpes
críticos!”. Y ciertamente, todos hemos confundido a un pokémon enemigo y éste
jamás se ha golpeado a sí mismo (¡arbitro vendido!).
Una amiga mía (así es, conozco
mujeres entrenadoras, ja) confesaba que varias veces se había visto al borde de
aventar su SP cuando perdía contra el cuarto integrante del Alto mando.
Pero todo es por tu bien, querido
jugador. Dificultades en situaciones imposibles con soluciones posibles. Sigue
entrenando, mantén la calma.
En inglés se expresa muy bien: Relax, man. It’s just a game, you
know?
Envidia
Ya se sabe, no hay nada peor que
un mal perdedor. Ni siquiera un mal ganador.
Si perdiste una vez, ¡es una
jodida vez y ya! Sécate las lágrimas, pide una revancha o ve contra el
siguiente entrenador, tan sencillo como eso.
Pero el mal perdedor hace dos
cosas: o llena su equipo de legendarios (que de nada servirá porque el que es
malo, es malo) o va a los citados foros a pedir pokémon ya entrenados. Que les
den victoria en charolitas de plata (en mi pueblo lo decimos más vulgar).
¿Por qué codiciar lo que tienen
otros? Tal vez sea mejor verlo egoístamente: busca entrenar pokémon que otros
codicien. Ya sé, buena parte del alma del juego está en los cambios, pero no
dejes todo el peso ahí.
¿Quieres saber qué tan envidioso
fuiste? ¿Cuántos de los pokémon de tu equipo tienen tu número de entrenador?
Avaricia
Muy ligadito al anterior, pero
más enfermo.
Cuando compré mi versión Zafiro,
aún tenía su viejo juego guardado (siempre una ventaja en los cartuchos
usados). Imaginen mi sorpresa al ir a sus cajas y encontrar en una sola tres
jirachi, tres mew, dos ho-oh, rayquaza, groudon y kyogre shiny, amén de varios
huevos… el tipo se tomó el “atrápalos a todos” muy en serio, y buscó tener
varias copias de todo cuanto pudo. No había un solo hueco en esas cajas.
Mi pregunta para quienes tienen,
por ejemplo, una sola versión, es ¿para qué quieren ocho mewtwo? Uno basta y
sobra.
Recordando los grandes ejemplos
de avaros (léanse a Plauto), lo que marca la condena de este pecado es que el
avaro quiere tener pero no quiere usar. De estos ocho mewtwo, ¿usan todos? O
los demás están “de reserva”.
Pues he aquí un dato inquietante:
si el cartucho llega a valer piñata se perderá todo ese preciado tesoro.
Je, es como para no dormir,
¿verdad?
(Como dato, por si se lo
preguntaban, por supuesto que me quedé con todos esos pokémon. Jamás dije estar
libre de pecado.)
Soberbia
Respetable señor Tajiri, con la
idea de los pokémon shiny (o variocolor, jaja, estúpidas traducciones) ha dado
usted en el clavo. ¡Tiene a medio mundo como idiotas buscando un pokémon
shiny!, cuando es sabidísimo que esto no les confiere más poder, ni mejores
estadísticas.
Efectivamente, lo hacemos porque
se ven bien. Desde que busco pokémon shiny me he vuelto muy tolerante con las
mujeres cuando compran ropa. Te las imaginas por la hierba alta esperando que
alguna prenda salvaje aparezca.
Y es más lindo este pecado cuando
vemos los motes de algunos entrenadores. El propio nombre, un apodo, un juego
de palabras, todo eso está muy bien. Llegué a conocer a alguien que se nombró
Gokú (y decía que mejor se hubiera puesto Raditz). Pero de ahí a pelear contra
todos esos “Demon6”, “Shadow”, “Dark X”, “Neo”, “Matrix”, “Sefirot”, “Luzbel” y
otra cantidad de lugares comunes, hay mucha diferencia.
En serio, ¿a quién quieren
asustar?