De la pluma de Mario Conde, y a mucha honra

¿Qué fregados es esto?

'Pokémonear': verb. 1) acción y efecto de hacer algo relacionado con o relativo a Pokémon; 2) acción y efecto de cumplir una adicción a "Pokémon" como si de un psicotrópico se tratase; 3) perder el tiempo en actividades relacionadas a Pokémon.
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sábado, 24 de marzo de 2012

El rinconcito del Chima - El guerrero


Qué onda, Pokémoneros.
Este es un relatillo que el cuate Chima se está aventando, según sé, como historia alterna de su personaje en pokémon. A ver si les late o qué tienen que decir.
Lo bueno es que ahora la retroalimentación es más rápida, así que si quieren comentar y que les comenten, se puede por acá o en la página del Facebook http://www.facebook.com/Pokemoneando . Ahí denle like.


Pu's ahí se los dejo, a ver cómo pega.
-Conde

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El guerrero




Estaba sentado sobre la palapa, ahí nomás. Todo transcurre demasiado tranquilo cuando uno está a punto de graduarse de la prepa, cuando ya hay en sus haberes examen de admisión. Recordaría estos días tan relajados, donde acudir a la escuela solo era un trámite; ya las clases ofrecían poco, todo era echar desmadre, básicamente.

Y ahí va pasando la mamá, jaloneando al izcuintl de primaria, ella con la pesada mochila alhombro, el niño con la camisa hecha un asco de chocolate y corretizas. La parejita de morros de secundaria, cada 5 pasos, un beso y seguimos la secuencia. Bariles varios de la prepa, que van a echar la reta de fucho o básquet, por la calzada que va al campo, frente a la zona de palapas, que poco a poco se va llenando de estudiantes que nutren sus ansias de conocimiento a base de tortas de carnes varias, jugos o chescos y golosinas. Lo normal a estas horas, entre la 1 y las 3, la calzada llena de estudiantes y gritos, el “¿qué dejaron de tarea?” y los “¡vamos a dorada!”. Llegué 30 minutos antes, el piano-forte del transcurso de horas interrumpe mis cavilaciones internas, de cuando me doy el lujo de salir antes por esos preciados minutos de los árboles y la chingona quietud de recostarme sobre la palapa, con los pies sobre el asiento; meter el suéter del uniforme, desabotonar la camisa y portar la playera casual con el pantalón color café del uniforme. La frescura de junio y sus calores me invaden a toda madre, una torta de milanesa con quesillo debidamente aparrillada, un juguito. Martes y jueves, dos memelas rojas doble queso, adquisición necesaria de contrabando por entre el zaguán escolar del este. Y mi GBA SP rojo, adquisición en unviaje al gabacho con la banda de música. Pokémon Esmeralda.

Me retraigo por lo que parecieran horas en el apretar de botones. Ce, Blaziken rifa como el que más, de todos los pokémon que han existido, este se lleva mi belicoso y partemadres corazón. Recorro rutas, reto en la Battle Frontier, ¡estas son batallas y no pedazos! Luego, cuando el día es pesado, viajo voluntariamente al Abandoned Ship y cierro los ojos, dejando que la musiquita tienda a infinito. Una melodía que habla de soledad, pero de una soledad combativa, casi esperanzada. Soledad de hechos trágicos, de una batalla, de asuntos nostálgicos e históricos, acaso un legado y un misterio. De esas soledades que inspiran e invitan, recuerdas pero construyes. Una soledad igual a la que siento en la palapa, en los últimos días de la prepa.

Hoy es un día especial, miércoles de promesa.

Los colegas músicos salen de sus clases y dirigen rumbo a los salones de música. Hasta hace unos meses, yo sería sino el primero, sí de los que llegan minutos antes al ensayo. Tomar mi saxo barítono, dejarme llevar por la música y tocar con los 200 músicos. Hechos no concernientes, prefiero ir a eso de las 10 de la mañana y tocar en soledad, por zona del gimnasio, atrás de las gradas, improvisar mis tonos graves, desafiar a los maestros; veo que van a ensayo, son la 1:30 de la tarde, yo ya cumplí con ensayar mi música como a diario. Camino pero no a los salones de música, sino a la salida, con los demás de la escuela que en flujo constante van tupiendo la avenida. A muchos se les hace raro verme ahí, entre ellos y no en la banda de música. Los que saben de mis penas me saludan cortésmente, mientras me dirijo a la parada. Jugaré un poco más en el camino, Dustox se entrena derrotando Roselias sin piedad. Hoy toca ir a cazar Dittos o criar un Bagon. Lo que sea, menos la banda de música.


Tomo el camión que, según investigaciones, me ha de dejar en su escuela. La secundaria, recorrido de 20 minutos por tráfico, ya sale el 10° Ditto Jolly; ahorita atrapo, luego selecciono. Su secundaria está tras el mercado, me dirijo caminando y me veo obligado a guardar el gameboy. No sé cómo me veo, pantalón de uniforme de prepa y una camiseta azul. No tardo en ubicar las calles y descubro que ya salen los alumnos de su secundaria, “espero no haber llegado tarde”, pienso.


Su nombre es anhelo y promesa. Llevamos meses telefoneándonos, charlando por imeil y esta es la primera vez que pretendo verla en su escuela. Espero ver aparecer por entre la gente su sonrisa de fresas y sus ojos de miel quemada. Admirarme ante sus cabellos de obsidiana, su carita de ángel inspirador de versos. Su inmaduro talle de mujer, que se esculpe con devoción, con bendición. Ella a sus tiernos 14 años, yo a mis inestables 17. Ella en su reserva, yo en mi desesperación.

No apareció. Mi afán de recrear esa escena del avezado amorío entre un chavo de prepa, que va por su chica soñada, un helado, una flor; liberarle del peso de la mochila para, así, admirar su caminar libre, su sonrisa manchada de helado de chocolate, la plática nerviosa, pero ansiada, su sola presencia del lado del la acera para parecer un caballero y cuadrarme, mientras descifro su peinado…será otro día.

-¿Tú eres el del “Niños Héroes”?- me dice un chavo de cabellos valientes y playera blanca.-Sí, de ahí mero- le confirmo.-Nos dijeron por mesenyer que andarías por aquí- dicen emocionados esperando que tome ese anuncio como una obviedad; se desconciertan al ver que mi rostro les muestra confusión.-¿Los conozco?- indago.-No, seguro, pero nosotros a ti sí, y muchos más- el otro morrito es medio güero, dice mientras degusta un raspado de grosella o que se yo, el líquido ha manchado su playera negra. No hago caso, me sacó de onda no verla, así que ese asunto de que ellos sepan que yo iba a estar por esos rumbos me viene valiendo gorro.-Aja, chido, ¿y qué se les ofrece?- digo, aún mirando a los alrededores, con decremento deesperanzas, de a perdis la vería...Ambos sacan sus GameBoy llenos de estampas y motivos pokemoneros. Cablelink mediante y me encuentro batallando con ellos, uno a uno. A uno le venzo con emerald, el otro cae ante mi equipo en Ruby. Toman la derrota con cierta indiferencia. Un señor de camisa azúl y pantalones de mezclilla estuvo mirando, lo noto ante el último ataque de Blaziken. Es cuando reparo que aquestos vatos no llevaban el uniforme característico de la secundaria y lo raro de su vestimenta blanco-negro.

Voltean a ver al pelao’ de azúl, asienten y se despiden de mí, antes que pueda acertar a hacer más preguntas. Se van y se suben a un coche ya viejo, que hace ruido al arrancar y se van por la calle, donde a lo mucho habrán 6 alumnos y el wey que vende raspados. Me voy tristón por no verla a ella, pero confundido por las batallas y esa sensación de que me están observando y cañón.

¿Cómo jijos sabían que iba a estar ahí si no le comenté a nadie?
















-Chimalltlin

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